By: Consul
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Las dietas sustentables, tal como las define la Organización para la Alimentación y la Agricultura, son aquellas que combinan características éticas, de cuidado ambiental, son nutritivas y asequibles. No significa volverse vegetariano, vegano, o incluso adoptar costumbres que no forman parte de nuestra cultura.
En una alimentación sustentable buscamos alimentos que durante su producción y consumo no afecten al ambiente como aquellos orgánicos, de estación o producidos cerca de nuestro hogar, prefiriendo aquellos cuya cadena de comercialización sea justa; así, evitamos emisiones de gases innecesarias por su transportación. También es importante poner atención a los empaques, para evitar la generación de residuos plásticos.
Una alimentación sustentable debe ser saludable y de calidad. Debemos acostumbrarnos a revisar las etiquetas de lo que consumimos; uno queda impresionado al prestar atención en lo que consume. Por regla general, mientras menos procesados sean nuestros alimentos más saludables van a ser para nuestro consumo.
Este tipo de alimentación puede ser más económica que una tradicional. De hecho, en un estudio publicado en la revista de la Academia de Nutrición y Dieta en Estados Unidos, se demostró que los alimentos con un fuerte impacto ambiental tienden a tener una menor calidad nutricional y un precio más alto por kilogramo.
Alimentos como la carne, pescado, huevos y productos lácteos tuvieron la mayor influencia en el medio ambiente, mientras que los alimentos con almidón, legumbres y frutas y verduras tuvieron la menor influencia.
Produciendo alimentos sustentables en casa
Los germinados son de los alimentos más sustentables por varias razones. Al germinar las semillas, comienzan a desencadenarse procesos bioquímicos que dan lugar a una mayor concentración de nutrientes, lo que hace a los germinados alimentos fácilmente asimilables, ricos en enzimas, clorofila, aminoácidos, minerales, vitaminas, oligoelementos vivos y que además cualquiera puede producir en casa de forma fácil, económica y sin necesidad de cocción.
Por lo anterior, ahora te decimos cómo producir tus propios germinados desde tu casa. El procedimiento es muy sencillo, y te permite germinar semillas de alfalfa, frijoles, trigo, ajonjolí, avena, cebada, chícharos, chía, soya, girasol, lentejas, garbanzo entre otras.
Paso 1: Lava tus semillas: El primer paso es lavar muy bien las semillas que vas a germinar bajo el chorro de agua sobre una coladera.
Paso 2. Remoja: En un frasco de cristal con abertura grande, coloca las semillas, cúbrelas con agua y deja reposar por 8 horas. Cubre tu frasco con un pedazo de tela tipo gasa o mosquitera y sujétala con una liga alrededor del frasco.
Paso 3: Escurre: Una vez transcurridas las 8 horas, escurre el agua sin retirar el trozo de tela, sólo inclínalo y retira el agua. A continuación, sobre un recipiente coloca el frasco con la tela hacia abajo en un ángulo de 45° y cúbrelo todo con una tela oscura o guárdalo en un lugar donde no reciba la luz. Este procedimiento permite el germinado.
Paso 4: Enjuaga: Enjuaga las semillas tres veces al día los primeros 3 días y una vez al día los días siguientes al chorro de agua fría y escurre. Las semillas deben estar húmedas más no empapadas para que germinen adecuadamente.
Paso 5: Usa el sol: Cuando las semillas hayan germinado y tengan dos o tres cm, permite que les dé la luz solar. En este paso el germinado adquiere clorofila.
Paso 6: Disfruta: Se pueden comer desde el cuarto día, pero seguirán creciendo un poco más los siguientes días. Una vez listos, guarda tu germinados en un plato o bowl en el refrigerador. Duran de 8 a 10 días.
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