Participación comunitaria en la conservación de los ecosistemas:
el caso de los arrecifes de coral
¿Cliché o realidad contundente?
Entre los diferentes ecosistemas que existen en nuestro planeta, hay unos menos
conocidos que otros y hay algunos cuantos que, fuertemente anclados en el
imaginario colectivo, nos vienen inmediatamente a la mente al hablar de cosas
como biodiversidad, servicios ambientales o belleza natural. Dentro de este reducido
grupo de élite ecosistémica tenemos a representantes tan carismáticos como las
selvas tropicales, los bosques de niebla, las sabanas africanas, y por supuesto los
arrecifes de coral.
Uno de los lugares comunes a los que se llega al hablar de ellos, es la gran
fragilidad con que estos sistemas naturales están entretejidos y lo vulnerables que
son ante los efectos de la actividad humana. O, ¿quién no ha escuchado sobre la
fuerte erosión que sobreviene a la tala masiva de la selva tropical; sobre los
procesos de asolvamiento en los cuerpos de agua y el surgimiento o intensificación
de ciclos de inundación que ponen en riesgo las vidas de miles de personas ?
¿Quién no ha escuchado sobre el cambio de clima local en las zonas de bosque de
niebla, donde los días nublados y de espesas neblinas que descienden hasta el
suelo, han sido paulatinamente reemplazados por días soleados y períodos
prolongados de sequía? ¿Quién no se ha sentido consternado al ver en los
documentales cómo el desierto avanza varios kilómetros al año, sobre los bordes de
aquellas icónicas sabanas africanas, cuya espléndida fauna conforma un referente
universal?
Problemáticas como las anteriores han sido ya tan mencionadas, que los
señalamientos sobre ellas pudieran sonar a frases trilladas, a clichés. No obstante, y
al igual que los casos anteriores, los arrecifes de coral son claros ejemplos de cómo
los ecosistemas funcionan como piezas de un rompecabezas natural, y de lo frágiles
y vulnerables que son. Por ejemplo, los corales del Parque Nacional Sistema
Arrecifal Veracruzano, ubicado justo en frente de la ciudad y puerto de Veracruz,
enfrentan graves problemas de sedimentación. Los cursos de agua que descargan
cerca del sistema arrecifal aportan grandes cantidades de sedimentos, mismos que
al depositarse sobre los corales impiden la actividad fotosintética de las zooxantelas
(algas que viven en simbiosis con los pólipos del coral), provocando que los corales
mueran. Sin embargo, el origen de este problema no está en la desembocadura de
los ríos, sino en las cuencas altas en donde nacen. Desprovistas de su cubierta
forestal para convertir los bosques a tierras agropecuarias, y con terrenos con
fuertes pendientes, las cuencas altas del Cofre de Perote y el Pico de Orizaba
tienen problemas de erosión, que se traducen en toneladas de suelo perdido en
esos lugares, y en toneladas de sedimentos depositados, cuenca abajo, en este
caso en los arrecifes de coral.
Si a esta fórmula mágica para la degradación ecológica le agregamos el efecto
combinado de otros factores, como cambio climático, contaminación o exceso de
nutrientes en las aguas, obras de infraestructura de gran escala sin considerar la
conservación de los arrecifes como un asunto primordial, impactos negativos por
prácticas turísticas inadecuadas, y extracción ilegal, obtendremos entonces una idea
más clara de la vulnerabilidad de los arrecifes coralinos. Comprobaremos también
que su fragilidad funcional, su conexión con otros ecosistemas y su vulnerabilidad,
más que simples clichés, forman parte de una clara realidad, tan contundente como
apremiante.
Quintana Roo y el Arrecife Mesoamericano
Quintana Roo comparte, junto con Belice, Guatemala y Honduras, la segunda mayor
barrera de arrecifes de coral en el mundo; el Arrecife Mesoamericano. Con más de
1,000 km de longitud, se extiende desde Isla Contoy en el norte de Quintana Roo,
hasta las Islas de la Bahía en Honduras, pasando por las costas de Belice y
Guatemala. Es hábitat de al menos 65 especies de corales pétreos y más de 500
especies de peces. Esta ecorregión alberga también una de las mayores
concentraciones de tiburones ballena del mundo y atrae a millones de turistas cada
año, interesados en disfrutar de espectaculares playas y admirar la belleza natural
del ecosistema arrecifal, siendo la actividad turística el motor de la economía en la
región. Se estima que más de dos millones de personas dependen del Arrecife
Mesoamericano.
Los arrecifes coralinos de Quintana Roo también ejemplifican la problemática que
amenaza a estos ecosistemas en todo el mundo, pasando del cliché a la realidad.
De acuerdo a estudios hechos por la iniciativa Arrecifes Saludables para Gente
Saludable, en 2015 el 56% de los arrecifes coralinos de Quintana Roo se
encontraban en mal estado o en estado crítico, 39% en estado regular y solamente
el 5% se encontraban en buen estado. Afortunadamente, existen estrategias
metodológicas e institucionales para frenar y revertir estas tendencias de deterioro.
Tales estrategias parecen estar cambiando lentamente el estado de conservación
de los arrecifes. Sobre este tema y sobre la importancia del involucramiento social
les quiero hablar en la parte final de este escrito.
Restauración de arrecifes de coral
En respuesta a la problemática descrita líneas arriba, se han desarrollado
estrategias de restauración que incluyen la colecta de corales rotos por la fuerza del
oleaje durante eventos meteorológicos, su colocación en conectores macho de PVC
y su posterior ensamble en conectores hembra fijos en bases de cemento colocadas
directamente sobre el arrecife en sitios clave, susceptibles de restauración. También
se han establecido viveros de coral a lo largo de algunas zonas arrecifales para
comprobar si la supervivencia aumenta cuando las colonias pasan por una etapa de
vivero antes del trasplante al arrecife.
Para las zonas del Arrecife Mesoamericano y el Golfo de México, hay una
organización civil que está realizando un trabajo muy interesante desde hace más
de cinco años: Oceaunus A.C. Además de desarrollar estrategias necesarias para
conservar los recursos costeros y marinos, los miembros de esta organización están
interesados en involucrar a las comunidades y los manejadores en una red de
restauración para sumar esfuerzos en forma sinérgica. El propósito es que con base
en el trasplante de 10 mil nuevas colonias de coral al año a sitios estratégicos, y
tomando en cuenta la diversidad genética de las poblaciones fuente, se obtenga un
efecto palpable en cuanto a la rehabilitación de arrecifes degradados a escalas local
y regional. Este proceso llevará varios años, ya que para que el efecto multiplicador
de las colonias trasplantadas se dé, los corales tienen que alcanzar la madurez
sexual para entrar en la fase de reproducción sexual, en la que los pólipos liberan
sus óvulos y espermatozoides directamente al agua del mar. Una vez que ocurre la
fecundación, las larvas de los corales pueden viajar decenas y hasta cientos de
kilómetros a través de las corrientes marinas para finalmente establecerse en el
fondo marino, e iniciar el crecimiento de una nueva colonia.
Participación comunitaria, un ingrediente clave para la conservación
Un atributo muy interesante de este tipo de esfuerzos es la tendencia al
involucramiento de diferentes personajes e instancias, empezando por las
organizaciones civiles que, a menudo son las que promueven desde el inicio estas
acciones de conservación, pasando por la comunidad científica, las dependencias
gubernamentales, la iniciativa privada y la sociedad en general. La participación de
todos estos actores refuerza el tejido social y la conciencia ambiental, aumentando
así el sentido de responsabilidad compartida hacia el patrimonio natural.
Si tú estás interesado en apoyar la conservación de los arrecifes coralinos de
nuestro estado, toma en cuenta las siguientes recomendaciones:
1) Pasa la voz, comparte esta publicación y habla sobre el tema con las
personas allegadas a ti. La creación de una conciencia ambiental es básica
para generar cambios positivos.
2) Disfruta de los arrecifes en vivo y a todo color, pero de manera informada y
responsable. Nada únicamente en las zonas designadas. Vigila tus aletas y
evita dañar a los corales o cualquier otro organismo. Para tus viajes de
snorkel o cualquier otra actividad que implique el contacto con los
ecosistemas arrecifales, prefiere aquellas compañías o proyectos que
cuenten con estrategias sustentables para realizar su actividad.
3) Investiga sobre organizaciones civiles trabajando en conservación de corales,
contáctales, y averigua de qué forma puedes sumarte a su esfuerzo.
4) Consulta y pon en práctica cualquiera de los numerosos decálogos de
acciones sustentables que puedes poner en práctica. Por ejemplo:
5) Finalmente, y teniendo en mente que en la naturaleza todo está conectado,
no compres fauna silvestre, no solo corales, peces o invertebrados de los
arrecifes de coral, sino fauna silvestre en general. Muchos de los animales
silvestres disponibles en el mercado provienen del tráfico ilegal de especies
silvestres, una de las principales amenazas para la conservación de la
biodiversidad. Aún en los casos de animales provenientes de criaderos
legales, mi invitación es a dejar a los animales silvestres en sus hábitats y
optar siempre por la observación directa en libertad. Actividades como
observación o fotografía de fauna silvestre son mucho más constructivas y
desafiantes.
Para el lector interesado en revisar más información relacionada con la situación de
los arrecifes de coral y su conservación: